Hablando de costumbres…



Estoy acostumbrada a priorizar la vida antes que nada,

me gusta la costumbre de agradecerle a Dios cada despertar,

no quiero perder la costumbre de una sonrisa,

de reir a caracajadas, de eso que le hace tan bien a mi alma.

No quiero acostumbrarme a los malos tratos,

ni a la envidia ni a la codicia.

No me gusta la costumbre de las drogas, del alcohol,

de la falta de valores en la familia.

Quiero esas costumbres de confiar en la palabra,

de guardar un secreto, de códigos, de respeto.

No quiero la costumbre de que me pisen, me roben,

me maten, me quiten lo sagrado, que es la vida de mis amados.

Quiero la costumbre de cosechar lo que se siembra,

no quiero la costumbre de la indiferencia,

quiero acostumbrarme a ver en los niños la inocencia,

no me gusta la costumbre de verlos adultos sin tener experiencia.

Sucede...



Sucede que extraño el calor del afecto ajeno,

sucede que ayudar al prójimo se confunde con el miedo,

sucede que perdimos la confianza, la fe, la palabra.

Eso es lo que pasa, cuando nos invade la desesperanza.

Sucede que el pasado quedó muy atrás

en el olvido de la nostalgia

en el suspiro de los recuerdos

en el cajón del abuelo.

Sucede que no acepto este presente tan insolente

donde los malos tratos son moda

donde las diversiones mata jóvenes

donde todo vale mas que la vida

Sucede que las armas andan sueltas

y las mentes están aún mas enfermas

que el odio se hace potente

que el asesino tiene defensa...

que los buenos pagamos las consecuencias...